Nací en un barrio de Buenos Aires, Villa del Parque, —cerca de los campos de la facultad de agronomía de la UBA— en 1962. Creo que el que se dedica a escribir es un lector desesperado desde siempre. Esa, por lo menos, fue mi experiencia. Hubo varios factores que me acercaron a los libros. Las revistas subterráneas —en su mayoría centradas en el rock— fue uno; la pasión de mi viejo por su biblioteca —una colección de clásicos universales y unos pocos libros sueltos—, otra; la tercera fue la devoción con que un preceptor de la secundaria leía novelas larguísimas del siglo XIX. Después, hice la carrera de Letras sin pena ni gloria. Lo primero que escribí fue poesía. Unos cuantos años más tarde, me pasé a la prosa, pero creo que en mis relatos pervive una mirada poética. Publiqué cuatro novelas, tres libros de cuentos, cinco de poemas y uno de miscelánea.