No permitas que nada te distraiga. Desconecta el móvil, las redes sociales, apaga la radio, la televisión… Procura tener un tiempo, cada día, para escribir sin interrupciones, será mucho más provechoso para ti.
Lee buenos libros. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que hoy en día esto también incluiría leer buenos artículos en Internet o novelas gráficas. Lo importante, e imprescindible, es leer mucho y de todos los géneros y épocas.
Escribe con oído, no con la vista: haz que cada oración suene bien. No cabe duda, aunque a veces lo dejemos en un segundo término, utilizar bien el lenguaje es esencial.
Escribe sólo de las cosas que te interesan. No escribas sobre algo simplemente porque «está de moda» o «es lo que se lleva».
Sé claro. Recuerda que los lectores no pueden leer tu mente, solo pueden conocer lo que tú has escrito. Cuando un libro nos engancha es porque nos hemos sentido identificados, nos ha hecho sentir, emocionarnos, pensar…Tu obligación como escritor es escribir de forma que los lectores puedan entender lo que está ocurriendo en la historia.
Guarda lo que descartas de tu escritura, porque puede serte útil en el futuro. Guarda aquello que eliminas, cambias o reescribes, puede servirte para otra obra. Por ejemplo, podrías guardarlo en una carpeta que titules como «descartes».
Lee en voz alta aquello que escribes. Si recuerdas el punto 3, ya nos indicaba que escribiéramos con el oído y no con la vista. De esta forma desarrollamos el «sentido del ritmo» y podemos detectar mejor si hemos cometido errores en la puntuación y en el léxico.
Conoce el significado de cada palabra que usas. Se pueden cometer errores de puntuación, pero no de vocabulario. Además, ahora no hay disculpa, disponemos de diccionarios en línea que pueden ayudarnos ante cualquier duda.