El novelista estadounidense Willard Huntington Wright (15 de octubre de 1888 – 11 de abril de 1939), más conocido como S.S. Van Dine, y creador del detective literario Philo Vance nos dejó una interesante lista de consejos para escribir historias de detectives.
1. El lector debe tener igualdad de oportunidades con el detective para resolver el misterio. Todas las pistas deben aparecer y describirse claramente.
2. No hagas trampas engañando al lector con otros trucos o engaños que no sean los que realiza legítimamente el propio criminal con el detective de la historia.
3. No debe existir ningún interés romántico en la historia. Introducir romance es generar desorden en lo que debería ser una experiencia puramente intelectual donde los sentimientos son irrelevantes. La clave está en llevar un criminal ante la justicia, no en llevar a un enamorado al altar.
4. Ni el detective ni ninguno de los investigadores principales debería resultar el culpable de la historia. Es un engaño muy molesto para el lector.
5. El culpable debe encontrarse después de seguir deducciones lógicas, nunca por accidente, coincidencia o una confesión repentina y sin motivaciones aparentes. Hacer esto último es como enviar al lector en una búsqueda deliberadamente inútil para luego decirle que ha fracasado y que el autor tenía lo que buscaba oculto bajo la manga todo el tiempo.
6. La novela policíaca debe tener un detective en ella, un investigador; y este no es tal a no ser que investigue. Su función es la de reunir pistas que, finalmente, le lleven hasta la persona que cometió el crimen en el primer capítulo. Si el detective no alcanza sus conclusiones a través del análisis de dichas pistas, será como el colegial que encuentra la respuesta en la parte posterior de la tabla de aritmética.
7. En una novela de detectives tiene que haber un cadáver, y cuanto más muerto, mejor. Ningún delito menor que el homicidio será suficiente. Trescientas páginas de investigación es demasiado alboroto por un crimen distinto al homicidio. Después de todo, el gasto de energía del lector debe ser recompensado.
8. El problema del crimen debe resolverse por medios verosímiles y naturalistas. Nada de ouija, lectura de mentes ni sesiones espiritistas. Todo esto es tabú. El lector tiene que medir sus fuerzas con un detective racional, no con el mundo de los espíritus ni una cuarta dimensión metafísica.
9. Sólo debe haber un detective principal, un protagonista que lleve el hilo conductor de las las deducciones. Seguir el pensamiento de tres, cuatro, o a veces una horda de detectives, dispersa el interés del lector.
10. El culpable tiene que ser un personaje que juegue una parte importante de la historia, alguien que resulte familiar al lector y que pueda interesarle.
11. El mayordomo no debe ser el culpable. Demasiado obvio. Haz que sea un personaje que merezca la pena, uno que normalmente no levantaría sospechas.
12. Tiene que existir un solo culpable, no importa cuántos asesinatos haya cometido. El culpable puede tener, por supuesto, un ayudante o compinche, pero la responsabilidad principal debe recaer en los hombros de una sola persona para que la indignación del lector pueda concentrarse en ella.
13. Las sociedades secretas, camorras, mafias, etc., no tienen lugar en una historia de detectives. Un asesinato bello y fascinante se echa a perder cuando entran en juego este tipo de organizaciones. Ningún asesino con clase que se respete a sí mismo querría jugar así con la policía.
14. El método del asesino y las claves para investigarlo deben ser racionales y científicas. No importa lo rara y desconocida que sea una droga, tiene que existir realmente, más allá de la imaginación del autor.
15. Una vez terminado el libro y resuelto el misterio, las pistas deben ser evidentes. Es decir, si el lector relee el libro, debe poder comprobar que la solución estaba presente en todo momento.
16. Evita las largas y pesadas descripciones. Limítate a aquellas que aporten datos y verosimilitud a la novela, nada más.
17. No hagas que el culpable de la historia sea un criminal profesional. Resulta mucho más interesante que el asesino sea un parroquiano que es un pilar de su comunidad, o una solterona que destaca por sus obras de caridad.
18. Debe de existir un crimen real. No puede resultar que, al final de todo, se descubra que solo se había tratado de un accidente o un suicidio. Eso sería como haber jugado con la confianza del lector.
19. Los motivos para el asesinato deberían ser personales. Las conspiraciones internacionales y las políticas de guerra pertenecen a otra categoría de ficción, como los relatos de espías, por ejemplo.
20. Por último, una lista con algunos recursos que, por manidos, ningún escritor de historias detectivescas debería usar:
·Determinar la identidad del culpable comparando la colilla de un cigarrillo dejado en la escena del crimen con la marca de cigarrillos fumada por un sospechoso.
·Sesiones falsas de espiritismo para hacer que el culpable confiese.
·Falsas huellas dactilares
·Un perro que no ladra, revelando que el asesino era alguien conocido para él.
·Acusar a un gemelo o familiar que se parezca mucho físicamente al sospechoso original, pero que resulta inocente.
·La jeringa hipodérmica con droga somnífera.
·El crimen en una habitación cerrada por dentro.
·El test de asociación de palabras para descubrir al culpable.
·La carta en clave que es desentrañada por el detective.