Gracias por todo, querido Leopoldo Brizuela.
Estuvo con nosotros desde el comienzo. Nos dio tantas ideas, contactos, tiempo. Y cada semana, durante tantos años, un saludo sonriente, deseoso de unos minutos de conversación, que se retomaba cuando dejaba a sus alumnos escribiendo un ejercicio breve. Hoy, en este momento de tanto dolor, elegimos despedirlo con sus propias palabras, en una nota publicada allá por el año 2007, cuando dábamos los primeros pasos como Casa de Letras.