Por Milan Kundera
Yo pienso que el ridículo es una categoría existencial. Y si Flaubert introdujo la banalidad en la literatura, y Proust y Tolstoi introdujeron la memoria, me parece que también el ridículo puede ser introducido. ¿Qué es ser ridículo? Lo cómico te hace reír; el ridículo tiene algo más, un punto de humillación, que merece ser estudiado. Me parece que el erotismo se protege contra el ridículo: los grandes tabúes van en contra de él y no a favor de la moral. Nada más deserotizante que una playa de nudistas. Entonces es fácil deducir que el tabú del desnudo es un instrumento con que el erotismo mismo salvaguarda su existencia.
El mundo moderno es muy difícil. La burocratización y el progreso técnico han confrontado al hombre con una situación desagradable: el mundo empieza a escapársele. El socialismo es un intento de dominar el mundo moderno, y una voluntad así no puede condenarse. Pero, al mismo tiempo, creo que no ha conseguido su propósito. A mi modo de ver, hay que ser extraordinariamente modesto con los juicios, tanto los positivos como negativos. Por eso, y ante esta complejidad de la sociedad en que nos movemos, pienso que albergar cualquier tipo de creencias es una forma de ingenuidad, de cobardía.
La memoria es lo mismo que el ridículo: una categoría existencial complicada. Intente escribir sobre un amor que vivió hace diez años, y comprobará lo poco que recuerda… Constatar eso invita a la reflexión… La memoria es la suma de todo lo que se recuerda, de todo lo vivido… Pero es un tema difícil… Mejor dejarlo.