Por Sebastián Robles
Este miércoles 13 de noviembre a las 19 hs., en la Librería del Fondo (Costa Rica 4568, C.A.B.A.), se realizará la presentación de Kamikaze, el nuevo libro de cuentos de José Brindisi. Formarán parte del evento, además del autor, los escritores Jorge Consiglio y Matías Capelli.
Los diez cuentos que conforman Kamikaze funcionan como máquinas narrativas precisas, bien construidas, que siempre escapan a la linealidad propia de las anécdotas. Las derivas de la trama, muchas veces sorprendentes o inesperadas, no parecen el producto de la improvisación. Conversamos con Brindisi sobre el proceso de escritura que dio lugar al libro, sus cuentos, las temáticas que los atraviesan y algunas cosas más.
¿Cuánto tenés de un cuento antes de sentarte a escribirlo?
Por lo general tengo, antes de empezar, casi todo, o incluso más: todo lo que pertenece al universo de los personajes y al imaginario de la historia, aunque buena parte luego quede afuera. Es decir que trato de que al momento de comenzar a escribir un cuento solo me reste, como decía Irving, la escritura misma. Que ya es bastante. La verdadera lucha es ésa: con el lenguaje, con la música, con los espacios en blanco que generamos a medida que una narración avanza, y hay que emprenderlo lo más livianos que podamos: no chocando contra lo que no sabemos, sino desprendiéndonos de a poco de todo eso con lo que emprendimos el viaje.
¿Cómo fue el proceso de escritura de los cuentos que integran Kamikaze?
Se trata de cuentos que escribí y en su mayoría publiqué durante los últimos quince años, por lo que en verdad podríamos decir que fueron diversos momentos, y diversos procesos. El libro estaba prácticamente listo hace cinco años, pero con los editores decidimos sumar un par de cuentos… Y ahí empezaron los problemas. Incluyendo una nouvelle que iba a cerrar el libro y que finalmente quedó afuera.
En varios cuentos (“El pescador”, “Antes del carnaval”, “El amor en fuga”) aparece el suicidio como promesa de sentido último, o de clausura del sentido, pero siempre hay algo que detiene de alguna manera la melancolía. También se reitera la aparición de la figura paterna. En el primero de los cuentos, entremezclada en el relato con el suicidio de Hemingway, uno de los mayores escritores realistas del siglo XX. ¿Cómo pensaste vos estos cuentos?
Creo que efectivamente hay núcleos que se repiten a través del libro (confieso que en algún caso yo no lo recordaba). Pero digamos, para ahorrar camino, que de uno u otro modo todos remiten a la relación con el padre. Algo que me han marcado muchas veces –junto con la amistad, que quizá sea mi línea argumental más recurrente-, y también respecto de mis lecturas. Y entonces yo me pongo a pensar en cuántos temas hay en verdad, y en todo caso, si para un hombre de mi generación puede haber otro tema que esté a la altura, que sea menos omnipresente, que funcione más claramente como el leitmotiv de una vida. Desde luego, cuando hablo de esa relación, muchas veces estoy hablando también del eslabón siguiente: la relación con el hijo.
¿Es posible todavía un realismo tan despojado como el de Hemingway?
Definitivamente creo que ya no se puede escribir como él, pero por razones distintas. La esencial tiene que ver con que el impacto, el baldazo de agua fría de su escritura, solo puede suceder una vez. Hemingway fue un big bang, y la Tierra no anda sacudiéndose a cada rato.
Tu primer libro de cuentos, Permanece oro, fue publicado en 1996. Más allá del oficio adquirido en estos años, ¿qué persiste y qué cambió desde entonces en tu actitud a la hora de encarar la escritura?
Sin duda soy mucho más consciente de lo que hago, lo que desde luego entraña ciertas ventajas pero también algunos riesgos. No cabe duda de que uno es mucho mejor lector de la escritura de los otros que de la de uno mismo. Soy más paciente, quizá demasiado. Me conozco más: insisto diez o veinte veces con una idea que me gusta, pero ni medio minuto con algo que entiendo que ha dejado de interesarme (y en ocasiones puede tratarse de un texto de muchas páginas). Lo que persiste, sin duda, es que nunca pierdo de vista que la narración es otro modo de la poesía.
¿Qué opinás de esa idea de lo literario que sostiene que escribir es contar historias?
Estoy de acuerdo, pero no con la mayoría de las connotaciones perversas o mediocres que se desprenden de esa frase. Creo que en última instancia eso es lo que hacemos, pero antes que eso hacemos otras cosas que me parecen mucho más poderosas, como obligar al lector a dialogar con su vida en términos siempre distintos.
¿Influye de alguna manera tu oficio como docente en tu escritura?
Sin duda. Imagino que de muchas maneras. En principio, el diálogo respecto de los problemas formales y estructurales de la escritura necesariamente decanta en lo propio; en el fondo, uno no está haciendo otra cosa que pensar en voz alta, y desde luego eso también quiere decir no llenarse de seguridades sino buscar y buscar. Pero además uno va discutiendo con sus modelos, los va revisitando, se reencuentra con ellos con nuevas armas. Y la escritura debe en algún momento deshacerse de todo eso, hacer el esfuerzo de olvidar.
Kamikaze, de José María Brindisi (Editorial Entropía). Presentan Jorge Consiglio y Matías Capelli. Miércoles 13 de noviembre, 19 hs., Librería del Fondo, Costa Rica 4568, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Entrada libre y gratuita.