Escribir es algo espectral. No existe la rutina de la oficina para mantenerte en marcha, sólo la página en blanco cada mañana, y nunca sabes de dónde vienen tus palabras, esas palabras divinas.
Una y otra vez descubro que mi inconsciente va a revelarme lo que yo decida, cuando él lo decida.
Al escribir un libro, hay momentos excepcionales en que sientes como si estuvieras bajando un reflector al abismo de tu alma.
El escritor es todopoderoso cuando se sienta ante su escritorio, pero en la escena pública puede sentir que sus derechos son insignificantes. Su coraje, si es que lo tiene, debe aprender a vivir con las heridas que dejan los comentarios de su obra.
No importa sobre qué te descubras escribiendo, si te está dando la energía suficiente para continuar, entonces, la obra tiene una relación contigo a esa altura y no la cuestionas
Fuente: Mailer, Norman, Un arte espectral. Reflexiones sobre la escritura, Planeta, Madrid, 2012.