Por Ursula K. Le Guin
La razón por la que es imposible contestar la pregunta “¿de dónde salen las ideas?” es, pienso, porque parte de dos nociones falsas, dos mitos sobre cómo funciona la ficción. Primer mito: Hay un secreto para ser escritor. Si tan sólo pudieras aprender el secreto, instantáneamente te convertirías en escritor; y el secreto seguramente es el lugar de dónde vienen las ideas. Segundo mito: Las historias empiezan por las ideas; el origen de una historia es una idea.
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Voy a develar el primer mito tan rápido como pueda. El secreto es la habilidad. Si no has aprendido a hacer algo, las personas que ya lo sabe hacer te parecerán magos, guardianes de poderosos secretos. En una tarea simple, como hacer un pie de limón, hay ciertos secretos que pueden enseñarse y hacen que consigas buenos resultados; pero en cualquier arte más compleja, como el cuidado de una casa, tocar el piano, hacer ropa o escribir historias, hay tantas técnicas, habilidades, métodos, tantas variables, tantos “secretos”, algunos que se pueden enseñar y otros que no, que puedes aprender sólo con la práctica continua, repetida, metódica. En otras palabras, con trabajo.
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Mucho del misterio de mucho muchos artistas sobre sus técnicas, recetas, etc., puede tomarse como una advertencia para los que no tengan las habilidades: lo que funciona para mí no necesariamente va a funcionar para ti al menos que hayas trabajado por ello.
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Mi talento e inclinación por escribir y cuidar mi casa fueron fuertes desde el principio; y mi talento e interés por la música y por cocer fueron débiles; así que dudo que haber podido ser una buena costurera o pianista, no importa lo duro que hubiera trabajado. Pero nada de lo que sé sobre como aprendí a hacer las cosas para las que soy buena me hace pensar en que hay “secretos” para tocar el piano o para cocer o para cualquier arte para la que no soy buena. Sólo hay la obstinada, continua cultivación de una disposición, que conduce a mejorar las habilidades.
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Entre más pienso en la palabra “idea”, menos idea tengo de lo que significa… Pienso que usar esa palabra es una especie de resumen o atajo para hablar de lo más complicado y oscuro; del proceso de la concepción y formación de lo que va a ser una historia al escribirla. El proceso a lo mejor no involucra ideas en el sentido de pensamientos inteligibles; hasta puede no incluir palabras. Puede tratarse de un estado de ánimo, resonancias, flashazos mentales, voces, emociones, visiones, sueños, lo que sea. Es diferente en cada escritor y en muchos de nosotros es diferente cada vez. Es muy difícil hablar sobre ello porque tenemos muy poca terminología sobre este proceso.
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Diría que como regla general, aunque un evento externo lo puede activar, este estado inceptivo o fase de inicio de una historia no viene de ningún lugar a fuera de la mente que se pueda señalar; surge en la mente, de contenidos físicos que no están disponibles para la mente consciente, de la experiencia interna o externa, citando la hermosa frase de Gary Snyder, que ha sido compostada. No creo que un escritor “obtenga” (meta a su cabeza) una “idea” (un tipo de objeto mental) de algún lugar, y luego lo convierta en palabras y las escriba en papel. Al menos en mi experiencia, no funciona así. La cosa se tiene que transformar en ella misma, tiene que ser compostada antes de que pueda crecer en una historia.
Fuente: Brain pickings