Por China Miéville
Cualquier tipo de ficción, ya sea de género negro, fantástico o de terror, supone una forma de escapar de la realidad, a la que, por supuesto, puede enjuiciar. Pero hay que ser cuidadoso con la idea sentimental de que la ficción se enfrenta a los problemas reales del mundo. El escritor no forma parte de las fuerzas del bien.
Obviamente todas las sociedades se han desarrollado, aunque en el caso de la británica las diferencias entre clases no solo permanecen, sino que han ido a peor en los últimos cincuenta años. No hablo en términos de lo que la gente posee, sino de lo que la gente puede controlar. Ahí la desigualdad es terrible.
(…) Me apasiona el movimiento surrealista desde la adolescencia. Me seduce la idea de la metamorfosis y las historias que surgen de sueños extraños.
Me preguntan mucho por Tolkien porque su estilo es contrapuesto al mío, pero no es mi principal adversario [sonríe]. Llamarlo reaccionario es simplificar el asunto. Valoro los elementos épicos de El Señor de los Anillos, aunque la historia que cuenta no me interesa nada. No soy un escritor anti-Tolkien y respeto la tradición que él representa.
(…) Los sueños con los que despertamos se topan con la realidad y la desafección con lo que está ocurriendo en el mundo es muy fuerte.