Por Alejo González Prandi
La poeta Luciana Ravazzani presentará su último libro, La intemperie es un lugar seguro (Ediciones del Dock), el 10 de mayo, en La Casa del Árbol.
¿Por qué La intemperie es un lugar seguro?
Si bien La intemperie es un lugar seguro es el primer verso de uno de los poemas que componen el libro, la idea de llamarlo así es un tanto más deliberada. Casi desde que comencé a escribir y, más puntualmente, a publicar, creo en la honestidad intelectual. Me refiero, por un lado, a que si pienso en publicar lo que escribo, no puedo dudar respecto de si es o no lo mejor que puedo dar, tengo que estar convencida de eso. Por otro lado, la honestidad tiene que ver con el decir desde lo más hondo y no tenerle miedo a eso. Pienso que es dentro de esa idea, donde el título cobra sentido: estoy a la intemperie, abierta a decirlo todo, ¿puede ser ese un lugar seguro? No lo sé, lo que sí sé es que es el que elijo y es en el que puedo ser quien realmente soy.
En una clínica de obra, trabajé La intemperie… con Laura Yasán. Fue ella quien me sugirió el nombre y me pareció perfecto. Se ajustaba a lo que siempre sostuve respecto de la poesía.
Con respecto a tus últimos libros, ¿cuál es tu mirada sobre este poemario?
Mis libros son muy diferentes entre sí. Es quizá el tono intimista lo que comparten. El primero es un libro sobre la mirada inusual de los poetas o de todo artista. Una flor, un huevo, un animal, nunca son vistos de manera simple, siempre tienen algo que los distingue y los resalta. Con el segundo, pude entender que si tenía esa visión sobre lo exterior debía ser porque el interior era igual de caótico. Así las cosas, muere mi madre y nace ese segundo libro elegíaco que me puso a darle palabras a lo más incomprensible que me había pasado jamás. El tercero es más luminoso, ya curada de ese proceso. El cuarto es el más llamativo de todos, al menos desde mi experiencia, porque es el único que está escrito en prosa y disfruté su escritura, pero volví con ansias a la poesía que lo siento como el terreno propio. La prosa no deja de ser un país extranjero para mí. Volví con una paz infinita. A diferencia de los otros libros, donde la escritura se demoraba unas dos horas cada vez, en este caso, podía estar cinco, seis o siete horas y en el mejor lugar del mundo. Para ser más precisa con la respuesta, La intemperie… vuelve a ciertos temas ya trabajados en los otros libros, pero pulidos por la voz del tiempo.
El libro está integrado por tres partes. ¿En qué consisten cada una de las divisiones y por qué lo formulaste de esa manera?
Como decía, estos poemas vuelven a temas ya abordados, es por eso que son variados. Hay poemas que versan sobre la poesía. Yo regresaba de la prosa a reencontrarme con el terreno donde más cómoda me siento. La poesía es un abrigo para mí, es ese lado de la vida que, como dice Clarice Lispector, (ella quizá no lo diga sobre la escritura, pero sí se ajusta a cómo la transito yo): “…es como en invierno tomar café en una terraza expuesta al frío y envuelta en lana.” Entonces, esta primera división, eran poemas donde (le) cantaba a la poesía. Eran los poemas que primero escribía en cada tarde de escritura. Esa felicidad de sentarme a escribir poesía.
La segunda división trata sobre el amor descarnado y del otro, del amor bueno. El libro en prosa se centraba en ese amor que duele porque lo escribí a partir de una separación. En la escritura de este libro pude resignificar ese proceso de ruptura, pero también escribir sobre la cara más amable del amor porque volví a sentir el buen amor, la fortuna de su correspondencia. En esas condiciones, la poesía regresó.
La tercera división también es una resignificación porque vuelve al tema de la muerte de mi madre pero, claramente, desde otro lugar. Intenciones de hablarte, que le está dedicado, es de 2012, a un año de su fallecimiento. Ya pasaron ocho.
¿Cómo fue el proceso de escritura de La intemperie…?
Fue un proceso mágico. Vivía en estado de poesía. Era una urgencia y un saber: es en este momento y cuando no lo es, no vale la pena forzarlo. Se trata de esperar a que vuelva. Estaba feliz, me sentaba a escribir, frases sueltas primero, leía quizás algunos poemas de Olga Orozco y escribía poemas de a cinco por vez.
La presentación será el 10 de mayo, a las 19 hs, en La Casa del Árbol, Avenida Córdoba 5217 (CABA). Se referirán a la obra Javier Galarza y Patricia González López. La música estará a cargo de Damián Steimberg.