Por Siri Hustvedt
En muchos lugares del mundo, como en EE.UU. o en Noruega, las mujeres lograron el voto al mismo tiempo, hacia los años 20 del siglo pasado. No ha pasado tanto tiempo. Si piensas en ese siglo, han pasado muchas cosas buenas pero, al mismo tiempo, los derechos de las mujeres no han evolucionado hasta el punto que yo esperaba. Aún se tiene la idea de que las mujeres son más emocionales que racionales, que son seres más emotivos que los hombres, menos intelectuales… Esto se sigue pensando de forma casi inconsciente. Las mujeres siguen luchando contra esta forma de pensar tan arraigada en la cultura occidental que determina cómo pensamos en los sexos.
(…) lo que sí tengo claro es que en todas las actividades creativas, como en el mundo del arte, a la hora de vender un cuadro, por ejemplo, las mujeres están infravaloradas en todos los ámbitos. Llevo años pensando en esto, en por qué sucede, y es por la reticencia a aceptar la autoridad de una mujer. Si ves una película, si lees un libro o si observas una obra de arte, tienes que aceptar la autoridad del artista, y haciéndolo estás abriéndote, te estás sometiendo a ese trabajo. Piense en la lectura, cuando leemos nos entregamos a la voz de otro. Y esto se percibe, en la cultura heterosexual masculina, como sumisión. Esto debe ser discutido en voz alta en el mundo cultural. Por eso, cuando firmo libros, hay muchos hombres que, tras esperar una larga cola, me piden que les firme para sus mujeres, madres o hijas o bien me dicen que ellos no leen ficción, pero sus esposas sí. De hecho, creo que algunos sí me leen, pero no quieren decirlo.
(…) Cada ser humano que vive con otras personas debe tener muy claro que la multiplicidad de caracteres, de modos de cargar con uno mismo en este mundo, depende de muchos factores, como la procedencia, dónde te criaste, la clase social, pero también de las diferencias de personalidad. Lo que hacemos con el racismo, el sexismo, el clasismo es crear falsas dicotomías y así originamos lo que Pierre Bourdieu llama «violencia simbólica», que es una forma de mantener a la gente en su lugar. Con las mujeres se da cuando no se las escucha en un entorno público, denigrando su trabajo, pagándoles menos… Porque la masculinidad mejora cualquier cosa en nuestro mundo. Esto es algo que todos hemos interiorizado, mujeres y hombres, y el feminismo es una forma de darnos cuenta de ello, de ser conscientes. Debemos aprender, educarnos en lo que percibimos como autoridad legítima.