Por Graham Greene
Durante más de 20 años he escrito de promedio 500 palabras al día durante cinco días a la semana. Puedo producir una novela en un año, incluyendo el tiempo para la revisión y la corrección del manuscrito. Siempre he sido muy metódico, y cuando cumplo con mi cuota de trabajo lo dejo, incluso aunque esté en medio de una escena. De vez en cuando, durante la mañana, paro para recontar el número de palabras y marcar el manuscrito de centenar en centenar. Cuando era joven, ni siquiera un lío amoroso alteraba mi agenda. Un lío amoroso tenía que comenzar después de comer y me acostase lo tarde que me acostase (siempre y cuando durmiese en mi cama) siempre leía lo que hubiese escrito por la mañana para consultarlo con la almohada. Y es que mucho de lo que escribe un novelista, como ya dije en otras ocasiones, tiene lugar en el subconsciente: en esas profundidades la última palabra está escrita mucho antes de que aparezca la primera palabra sobre el papel. Recordamos los detalles de nuestra historia, no los inventamos.
Fuente: Librópatas