Por David Lodge
A grandes rasgos, cualquier cosa que “está en lugar de” otra cosa es un símbolo, pero el proceso opera de muchas maneras diferentes. Una cruz puede simbolizar el cristianismo en un determinado contexto, por su asociación con la Crucifixión, o un cruce de caminos en otro, por similitud diagramática.
El simbolismo literario no es tan fácil de descifrar como esos ejemplos, ya que intenta ser original y tiende a una rica pluralidad, incluso ambigüedad, de significado (cualidades que serían indeseables en las señales de tráfico y los iconos religiosos, especialmente en las primeras).
Si una metáfora o símil consiste en manifestar la semejanza de A con B, un símbolo literario es una B que sugiere A, o cierto número de A.
El estilo poético conocido como simbolismo, que comenzó en Francia a finales del siglo XIX en la obra de Baudelaire, Verlaine y Mallarmé, y ejerció considerable influencia en la literatura inglesa del XX, se caracterizaba por una brillante superficie de significados sugeridos sin un meollo denotativo.
Fuente: Lodge, David, El arte de la ficción, Península, Madrid, 2006.