Por Ursula K. Le Guin
Creo que llegan tiempos difíciles en los que buscaremos las voces de escritores que sepan ver alternativas a nuestro modo de vida actual, y que sepan ver, más allá de nuestra sociedad temerosa y sus obsesivas tecnologías, hacia otras formas de ser, e incluso imaginen bases sólidas para la esperanza. Necesitaremos escritores que sepan recordar la libertad. Poetas, visionarios, los realistas de una realidad más amplia.
Ahora mismo, creo que necesitamos escritores que entiendan la diferencia entre producir un bien de mercado y practicar un arte. Desarrollar material escrito que encaje en estrategias comerciales para maximizar los beneficios corporativos e ingresos publicitarios no es del todo lo mismo que publicar libros con responsabilidad o ser un autor.
Sin embargo, veo cómo los departamentos comerciales ganan control sobre los editoriales; veo a mis propios editores sumidos en un pánico estúpido de ignorancia y avaricia, cobrando a las bibliotecas públicas por un e-book seis o siete veces lo que cobran a los clientes. Acabamos de ver a un usurero intentar castigar a una editorial por desobediencia, y a escritores amenazados por la fatwa corporativa, y veo a muchos de nosotros, los productores que escribimos los libros, que creamos los libros, aceptarlo. Permitir que los mercaderes usureros nos vendan como desodorantes y nos digan qué publicar y qué escribir.
Los libros, como sabéis, no son solo mercancías. El ansia de beneficio a menudo entra en conflicto con la creación artística. Vivimos en el capitalismo. Su poder parece inexorable. También lo parecía el derecho divino de los reyes. Todo poder humano puede resistirse y cambiarse por seres humanos. La resistencia y el cambio muchas veces empiezan con el arte, y muy a menudo con nuestro arte, el arte de las palabras.
He tenido una carrera buena y larga. En buena compañía. Y ahora, al final de ella, de verdad no quiero ver la literatura estadounidense traicionada y malvendida. Los que vivimos de escribir y publicar queremos, y deberíamos exigir, una parte justa de los beneficios. Pero el nombre de nuestra hermosa recompensa no es «beneficio». Su nombre es «libertad».
Fuente: Discurso de Ursula K. Le Guin en la entrega de los National Book Awards.
Estoy de acuerdo… cuando escribes de sentimientos te tachan de intimista..como si fuese negativo…es la forma de llegar a la otra persona..de identificarte…a veces esos comentarios..te hacen daño y no dejás de escribir… pero s
i de ni mostranos.Gracias
4 Comments
Excelente. Una radiografía muy clara y precisa de la realidad.
Cada vez que me presento a un concurso, yo sé que mi relato o mi novela es probable que tenga una mención, pero como no forma parte de la temáticas del momento, difícilmente alcanzará un primer premio.
De todos modos, no puedo hacer otra cosa que hablar de sentimientos, despliegue, libertad, aceptación, inauguración de una ética laica y propia, en fin un desarrollo que exalte lo humano, antes que lo tecnológico. Gracias por su propuesta, coincido.