Por Diamela Eltit
Yo leía mucho. Tenía amigos que leían, opinábamos e intercambiábamos los libros. Entonces sí vi algo y empecé a tartamudear en la escritura. Pero tuve, en cierto modo, la buena y la mala suerte de estudiar Literatura. Me di cuenta que es muy complejo escribir, que implicaba que tú también tenías que saber cosas, no que escribieras para expresarte, sino que había una escritura milenaria ya, que había que pensar y ver cuál era el camino, dónde estaba la ruta de la letra, dónde estaba la ruta de la literatura.
Escribir literatura, paradójicamente, me frenó, porque me di cuenta de que no era un hecho ni inspirativo ni nada por el estilo. Sí pensaba escribir, pero también tenía otros miedos. Ser autora ya te pone en la esfera pública. Me demoré un publicar. Cada libro es siempre un desafío, no sé si lo voy a poder terminar. Los otros libros no me han servido para romper todos los miedos. Es un lujo poder salir de tu habitación y meterte en otro espacio.
Yo escribí porque siempre me interesó lo literario. De chica, fue mi tema, a través de la lectura primero, fui una persona lectora. Mi vida ha estado centrada en la literatura. Empecé a escribir como algo muy personal, no como un medio para ganarme la vida ni nada de esa clase. No estaba pensando en ventas ni nada por el estilo. Pensé que la escritura iba a ser una experiencia. Y de alguna manera, escribir es una manera, también, de salir del mundo concreto cotidiano. Tú te vas, te ausentas cuando escribes. También cuando lees, porque interrumpes, hay un paréntesis, estás leyendo y eres otra, no eres exactamente tú, eres una máquina que hace entrar otro aparato. Que es esa propuesta que te hace la novela o el cuento.