Poste restante

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Cada edición ha sido distinta a la anterior. La primera la saqué con Sudamericana y en ese momento 2001 el editor no entendía que los hiatos de lectura en blanco eran parte del texto por lo que los amontonó. Tampoco permitieron que Andrea Goic hiciera el diseño de los materiales gráficos. En la segunda edición, la edición y el diseño de las imágenes estuvo a cargo de ella, que prefirió que aparecieran los objetos completos; la página, la libreta, el mapa, a costa de su legibilidad. También incluí una parte del viaje que habla de Praga. En la edición de Entropía hubo imágenes que no encontramos y lo que se hizo fue focopiar la página donde iba la imagen en la primera edición y colocarla como un objeto extraviado en esta edición de Buenos Aires. Todo lo demás se mantuvo igual.

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El libro es una indagación sobre tus orígenes. ¿Cómo fue el proceso de escritura?

Diría que el libro es el proceso de escritura. Mi intención cuando hice el viaje nunca fue escribir un libro sino actuar como corresponsal de viaje pero me encontré con que rechazaban mis crónicas por ser demasiado literarias y, en vez de reformularlas como había hecho hasta ese momento en el periodismo, decidí dejarlas así e incluso extremar su supuesto carácter literario. Cuando volví después de un año de viaje, en la mochila ya no quedaba ropa, solo papeles, cuadernos, mapas, facturas, recortes, hojas, piedras, relatos, una libreta con apuntes diarios. Puse todo esto arriba de la mesa y empecé a construir combinaciones. De esa forma fue apareciendo el libro. Luego colgaba las páginas en las paredes e iba armando las escenas que faltaban entremedio. El resultado fue una serie combinatoria de cuadros que los y las lector@s van uniendo de acuerdo a su propia experiencia de inmigrantes o buscadores de identidad.

¿Qué le aconsejarías a alguien que quiere escribir crónicas?

Quizás lo que más me sorprende de los talleres que doy es la falta de curiosidad por lo exterior, estamos en una época en que se quiere expresarse, sacar de sí, pero hay poca mirada al otro, a los objetos, al paisaje, asumir al otro y a lo otro como un misterio indescifrable. Leer no solo abarca leer libros, se puede leer un sombrero, una vaca que se protege de la lluevia con el culo bajo un árbol, un hombre que saca tierra con una pala, el vuelo de una mosca. Lo interesante es construir con esa lectura otra percepción de lo real, no copiar lo real, “hacer cantar el material” como dice Saer.