Por Enrique Vila-Matas
El humor es natural, innato. No soy consciente de él en muchas ocasiones. Lo practico porque ironizo sobre lo que escribo. Vuelvo a la página que escribí el día anterior y me divierte tomarla como si alguien hubiera dicho algo en una reunión y tú dices: Sí, bueno, pero… Nunca afirmo algo con rotundidad. Ayer me llamaron la atención sobre la discusión entre el marido y la mujer donde el protagonista dice: ¿Puedes parar de discutir un momento? Quiero escribir esto. A mí eso me pasa en la vida. Estás discutiendo por una nimiedad y quieres volver a eso, quieres escribir esa nimiedad. La mujer tiene la vida pero él tiene la escritura añadida. Con la escritura quiere pensar. No quiere decir que ella no piense, pero ella entiende que es una discusión real y él tiene una distancia sobre lo real.
Pero eso no significa que no capte lo real. Como lo capto tanto, de repente utilizo unas gafas de sol para que brille un poco menos. La realidad no es la que aparece en la televisión. Es la realidad de cada uno. Influye mucho el punto de vista, la voz. La historia que cuento entre amigos, y que a veces he vivido con ellos, parece que sea inventada. Me dicen: parece que lo hayas inventado. Pero fue así. Y cuento cosas tal como han pasado y son inverosímiles.
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