Por Manuel Puig
El comienzo es excitante porque tengo una idea. Entonces empiezo a buscar la forma que voy a utilizar para presentarla. En mi caso, el contenido siempre procede de la forma. Creo que debería ser así, pero conozco a otros escritores que trabajan de manera distinta. Entonces llega el momento crítico, cuando busco las voces de los narradores. A veces resulta fácil, a veces no. Si encuentro el narrador en seguida, fantástico, pero no siempre sucede de ese modo. Tengo que encontrar una voz que me convenza, y eso resulta muy difícil. El narrador sólo encaja cuando creo en él. De hecho, el aspecto más difícil de escribir para mí es pasarlo a máquina y ordenar las cosas. No me atrevo con el procesador de textos. Me resulta útil pasar a máquina los distintos borradores, ir del borrador inicial a la segunda versión. Al pasar a máquina una copia en limpio tomas decisiones. Llevo casi treinta años escribiendo novelas, y me he acostumbrado a pulir de una determinada manera. Me han dicho: “Prueba esa máquina, ese procesador, te encantará”. Pero todavía no. Puede que la próxima vez. Me gusta conservar el primer borrador. Me gusta ver las tachaduras de tinta. Tacho muchas cosas.
Fuente: AA.VV., Confesiones de escritores. Los reportajes de The Paris Review. Escritores Latinoamericanos. El Ateneo, Buenos Aires, 1996.